Hay espacios en la literatura donde el lector se aferra a una historia y la vive junto al personaje. Grand Nocturno, el último libro de Hernán Vera Álvarez, o simplemente Vera, tal cual el autor firma sus trabajos, ofrece un estilo narrativo que obliga al lector a estar atento a cada instante, pues la intensidad que genera, hilvana una complicidad entre el personaje y el lector que arremete contra las fibras más íntimas.
El lenguaje de Vera es directo. Narra lo que sucede con fluidez, pero no hay que engañarse con esa palabra. Cada relato es un thriller sicológico. Los ambientes son espesos y el entorno condiciona al personaje a sobrevivir de la manera que puede y muchas veces esa manera no es la más conveniente. Las vicisitudes de estas historias son amplias pero hay puntos en común: La inmigración es una experiencia dolorosa, provoca desesperación, consume el orgullo. Los personajes no dejan de buscar de modo frenético una forma de desbloquear esa barrera social y violenta que los tiene maniatados emocional y sicológicamente.
Los relatos de Grand Nocturno suceden en un escenario urbano contaminado de alcohol, crimen y desesperanza. Un cóctel violento que a veces no es tanto físico sino a nivel síquico. El choque cultural es claro y despiadado y las interacciones humanas se basan en instintos para lograr residir en un sueño que se escapa a la deriva de los vaivenes de un huracán citadino e inexplicable.
Vera nos pasea por distintas ciudades de Estados Unidos, no solo por Miami, su ciudad de residencia, sino también por Nueva York y Los Ángeles. En sus viajes literarios incluye a gran parte de América Latina, pero tiene un ojo fijo en la Argentina. Esta amplitud geográfica nos invita a escuchar distintos tonos del español, lo que nos trae una versatilidad lingüística donde se mezclan matices, acentos y dialectos latinoamericanos mezclados con pizcas de espánglish.
Vera logra en Grand Nocturno textos convincentes a partir de una buena combinación de espacios, de situaciones y de figuras que reflejan lo cotidiano. Estos relatos son crueles, sí, pero no por eso dejan de ser algo con lo que convivimos demasiado a menudo. En un mundo que trata de ocultar sus miserias es bueno que de vez en cuando un libro nos recuerde de la fragilidad humana, mezclando ruindad petulante y nobleza hipócrita. Una suma cuantiosa si de lo que hablamos es de literatura.
Fernando Olszanski, review Grand Nocturno, www.elbeisman.com