Friday, December 12, 2014

Haruki Murakami, entre hombres y mujeres

Hay una superstición escandinava que se repite todos los años…”, bromeaba Jorge Luis Borges sobre su eterna candidatura al Premio Nobel de Literatura. Número fijo en la lista de autores favoritos a conseguir la distinción sueca– como el argentino que finalmente no lo consiguió–, Haruki Murakami (Kioto, 1949) es una figura con sensibilidad pop y aura de celebrity en el mundo de la literatura actual. Cada uno de sus libros se espera como un film de Hollywood, de esos que tienen muchas sagas y se consumen rápidamente.

Lo nuevo de Murakami es un volumen de siete relatos, Hombres sin mujeres. Título simple y directo –homenaje a un libro del mismo nombre publicado por Ernest Hemingway en 1927 como su prosa que llega al lector traducida al inglés o español, ya que el autor únicamente escribe en japonés.

Por si hubiera duda de qué va el ADN literario de Murakami, en este trabajo se afianzan sus obsesiones como quien repite una y otra vez las canciones favoritas en el iPod: los enigmas que encierran a dos personas que se aman y creen –al menos mientras dure el hechizo– en la eternidad de su pasión; la soledad como una de las más tristes enfermedades en el mundo tecnológico y “civilizado” del siglo XXI; las referencias a la música pop, en especial la de los Beatles.

En “Kino”, “Samsa enamorado”, “Sherezade” o “Drive My Car” yYesterday” –sí, ambas con el mismo título que las canciones de los cuatro de Liverpool, recurso que también utilizó en su novela Norwegian Wood), Murakami reflexiona sobre esto temas a veces con una dulce melancolía y otras con sentido común inteligente, manifestando cierta cortesía al lector, fortaleciendo un vínculo personal.

Pensar separadamente en los hombres y las mujeres no es algo que suela hacer a diario. Apenas nota diferencias en las competencias en función del sexo. Su profesión lo obliga a trabajar con el mismo número de mujeres que de hombres y, de hecho, se siente más cómodo al trabajar con ellas. Por lo general, están atentas a los detalles y saben escuchar. Pero, en lo que concierne a conducir, cuando se sube en un coche pilotado por una mujer, en ningún momento deja de ser consciente de que es una de ellas la que lleva el volante. Esta opinión, sin embargo, nunca se la ha expresado a nadie. No le parece un tema apropiado para hablar con los demás”, reflexiona el narrador de “Drive My Car”.

En este cuento con título beatle Kafuku, un actor maduro de cierto prestigio, contrata a una joven chófer para conducir su Saab 900 amarillo. En algún momento el empleado se volverá confidente y suerte de amuleto para exorcizar viejos espectros. En “Yesterday”, un estudiante de la Universidad de Waseda (Soudai), que tiene como part time trabajar en un bar, conoce a uno muchacho de Tokio. Ese encuentro producirá un choque de clases que deviene en un duelo de amor. En “Samsa enamorado”, tal vez el mejor del volumen, el protagonista es el de “La metamorfosis”, el clásico relato de Kafka. Así, por invención de Murakami, el insecto se transforma en un ser humano. No sólo hay un cambio de identidad: el autor traslada la Praga de principios del siglo XX a la Praga sitiada por el ejército soviético en 1968.

Sólo los hombres sin mujeres saben cuán doloroso es, cuánto se sufre por ser un hombre sin mujer”, escribe Haruki Murakami, y la sentencia queda suspendida en el aire.


                                                                                                             Vera


Review Hombres sin mujeres, Haruki Murakami, El Nuevo Herald