Thursday, July 3, 2014

Aileen Wuornos, la asesina de la carretera


 
Cuando Aileen Wuornos conoció a Tyria Moore en aquel bar gay de Daytona Beach sintió que  por primera vez a alguien le importaba su vida. Hasta ese momento todo había sido una sucesión de oscuro dolor. El padre, al que Aileen nunca conoció,  terminó ahorcándose en un celda mientras cargaba varias condenas por abusador de menores. Con tan solo cuatro años de edad ella y su pequeño hermano Keith sufrieron el abandono de su madre, y los niños fueron adoptados legalmente por sus abuelos en 1960.  

Lauri and Britta Wuornos resultaron la peor pesadilla para los pequeños. No sólo su abuela era una alcohólica, lo que hacía que estuviera tirada en la cama por días sin importarle la suerte de los niños, sino que su esposo sacaba provecho de la situación para golpear a  Aileen con un cinturón de cuero, obligarla a desvestirse y finalmente violarla.

Para cuando la niña cumplió 11 años ya había tenido sexo con los amigos de su vecindario a cambio de cigarrillos, cerveza, marihuana o lo que sea. Con su hermano  Keith fue distinto: no necesitó darle nada. 

Aileen quedó embarazada de un amigo de su abuelo. El viejo Lauri no soportó la humillación de que no fuera él quien perpetuara su sangre. Al niño lo dio en adopción y a ella la echó de la casa. Con quince años la adolescente emprendió un vagabundeo de subsistencia. Dormía en casas abandonadas, se dedicaba a pedir limosna, a robar en las tiendas, a la prostitución.

Cuando Aileen Wuornos conoció a Tyria Moore en aquel bar gay de Daytona Beach no sólo sintió que por primera vez a  alguien le importaba su vida sino que el ser humano es capaz de soportar demasiado dolor. Lo que no sospechaba, no lograba entender ahora  esa mujer de treinta años de infierno, es que las heridas profundas supuran irremediablemente un veneno letal.
Aileen  convenció a la muchacha que dejara su trabajo de limpieza en un hotel de la playa.  Lo que ganaba como prostituta no era mucho, pero ya tenía planes más redituables.

Una noche de noviembre de 1989 en que la mujer rondaba  como siempre la carretera interestatal en busca de clientes, se topó con Richard Mallory. El hombre de  51 años era dueño de una tienda de productos electrónicos en Clearwater, Florida. Arreglaron el precio, aunque Mallory no pudo descargar su deseo: fue la prostituta, en cambio, la que vació el cargador de su arma. 

 Nadie lloró la muerte Mallory. La policía descubrió que era un pederasta con un largo récord criminal.  

No sucedió lo mismo con la segunda víctima, David Spears, de 43 años, trabajador de la construcción en Winter Garden, Florida, ni con Peter Siems, un jubilado de 65 al que todos respetaban por tener una activa participación en la iglesia de su comunidad. Ni con los otros cuatro hombres que fueron hallados semi desnudos en el bosque o adentro de sus autos, con varios tiros en el cuerpo. Había una modalidad en los crímenes que hizo alertar a la policía que un nuevo asesino serial andaba suelto. 

Por la declaración de testigos que vieron a dos mujeres conducir un coche a alta velocidad y por las huellas dactilares que la policía encontró en la puerta del vehículo cuando éste fue abandonado, la identidad del asesino se reveló: Aileen Wuornos.

 Para ese entonces Tyria Moore la había abandonado. La policía dio con su paradero y llegó a un acuerdo: si confesaba en dónde Aileen se refugiaba, ningún cargo tendría que enfrentar. 

Tyria compartió una cerveza con su ex pareja por última vez en el bar The Last Resort, de Port Orange, Florida, en enero de 1991.

Aileen Wuornos –para muchos la primera asesina serial de los Estados Unidos– fue ejecutada por inyección letal el 9 de octubre del 2002.

 Descanse en paz.   

 

                                                                                            Vera

 

Aileen Wuornos, la asesina de la carretera. El Club de los Asesinos (Caliente Semanal)