La historia siempre se escribe desde el presente. Jorge Galán (San
Salvador, 1973) decidió investigar sobre un oscuro incidente durante los años
turbulentos de la transición a la democracia en su tierra. La noche del 16 de
noviembre de 1989 un grupo de hombres armados entró en las instalaciones de la
Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y asesinó a seis jesuitas y dos
mujeres a sangre fría. Por la masacre el gobierno culpó al Frente Farabundo
Martí para la Liberación Nacional (FMLN), pero siempre hubo sospechas sobre esa
acusación.
En ese entonces Galán era un adolescente de 16 años que escribía poemas
en secreto. El asesinato de aquellos jesuitas le hizo recordar otro que todavía
estaba muy fresco: el del arzobispo Óscar Romero. La investigación de Galán –un reconocido poeta que ha ganado,
entre otros, el Premio Casa de América de Poesía Americana 2016– concluyó en Noviembre (Tusquets), un libro que recobró el interés sobre la
masacre en Centroamérica a la vez que lo condenaba al exilo: el autor recibió
amenazas de muerte que lo obligaron a pedir asilo político en España.
“Mis días aquí no son malos, o, más bien, no lo son ahora”, confiesa
Jorge Galán en entrevista exclusiva para el Nuevo Herald. Por estos días, el
libro, que hace muy poco se publicó en España, obtuvo el Premio Real Academia
Española (RAE), y ya hay propuestas para que se lleve la historia al cine. Sin
embargo, la distancia siempre es un traje incómodo para el exiliado.
“También es cierto que uno nunca
puede acostumbrarse a estar lejos. Mi mente está todos los días en San
Salvador”, asegura. “Y no parece que ese sentimiento de pérdida disminuya, al
contrario. Lo extraño todo. Antes, nunca quise marcharme de mi país. Si lo
hice, fue obligado por las circunstancias. Y volveré en cuanto pueda, eso no lo
dudo. No pertenezco a ningún otro lugar. Ha sido siempre así y así será, aunque
esté lejos”.
Noviembre es una
investigación cuidadosa que se mete entre los laberintos judiciales que
intentaban cerrar la verdad del caso. La calidad de narrador, de poeta que sabe
el peso exacto de las palabras, es indudable en este trabajo de no
ficción.
“La investigación dio inicio mucho antes de que supiera que quería
escribir un libro”, recuerda Galán. “En el año 1991, entré como estudiante a la
UCA, y conocí a mucha gente que había convivido con los jesuitas asesinados y
me hablaron de ellos. La figura del sacerdote Ignacio Ellacuría
continuaba presente más que la del resto. Aquella seguía siendo su universidad,
y su historia, conmovedora, seguía estando en aquellos pasillos. Años más
tarde, profundicé en mi investigación y entrevisté a muchísima gente. Algunas
me contaron historias que utilicé en el libro, otras, algún detalle, o incluso
cosas que solo utilicé como contexto, sobre todo de la vida en la
clandestinidad. Así que no sé cuándo empecé a investigar, no con exactitud,
pero debo decir que ninguno de mis libros me ha llevado tantos años”.
Hubo mucha gente que le dijo a Galán que no debía escribir el libro. Y
mucha otra, que no quiso ser mencionada. Pero otros, como los sacerdotes José
María Tojeira y Jon Sobrino, no tuvieron miedo y hablaron sobre aquella maldita
noche. En la investigación surgió un dato revelador, la declaración del ex
presidente Alfredo Cristiani que confesó que había sido el ejército el autor de
las muertes de los jesuitas.
“Habían transcurrido veinticinco años de silencio y quizá sintió la
necesidad de contar su versión de los hechos, y quizá, además, sintió que no
corría peligro alguno en enfrentarse a esa parte de su pasado”, comenta sobre
el por qué de la declaración del expresidente recién ahora. “Sus razones no me
las dijo. Así que lo que yo puedo decir al respecto solo son meras
especulaciones”.
Lamentablemente los asesinos del sacerdote español Ellacuría y sus
compañeros están libres, con excepción del general Montano, preso en Estados
Unidos, que sí puede ser extraditado a España.
Sobre la posibilidad de que los culpables tengan una condena o sean extraditados,
el escritor es pesimista.
“El gobierno de El Salvador ha negado en dos ocasiones distintas la
extradición de los militares acusados del asesinato”, informa. “No ha mostrado
interés en hacer justicia ni en este ni en otros casos parecidos a este. La
impunidad en mi país es alarmante. Tanto que afecta toda la sociedad y nos
hemos convertido en una silueta de país, un cascarón vacío, o lleno solo de
sombra”.