“Los
donositos”. Roberto Bolaño llamaba así a los artistas cachorros que concurrían
al taller literario que José Donoso impartía
en la ciudad de Santiago de Chile durante los años 80. Como pocos, el
autor de El lugar sin límites supo disfrutar del crepúsculo de su vida:
la fama lo acariciaba y era un escritor canonizado, al menos en su país.
La ráfaga de
ironía del detective salvaje alguna vez le salpicó a Alberto Fuguet. Hoy Bolaño
es un ícono, otro póster que cuelga en el salón de la fama. Una presencia
arrolladora que ha generado muchos “bolañitos”. Pero un ícono, a veces,
también es un modelo a no seguir. En ese lugar está Juan Pablo Roncone
(Chile, 1982). Hermano ciervo, que llega a los Estados Unidos por
editorial Sudaquia, es un libro de cuentos aunque podría leerse como una
novela. Las ocho historias son narradas por una primera persona de una modestia
tan hábil como refinada.
“Claudio
acomoda la carpa enrollada y los sacos de dormir en la parte trasera de mi
camioneta. El día está hermoso: sol y un suave viento marino que anuncia un
buen viaje. Amparo, mi polola, sube a la camioneta y enciende la radio. ¿Traes
los casetes?, le pregunta a Claudio, pero él no la oye, está muy concentrado
ordenando las mochilas atrás. Es domingo, nuestra segunda semana de vacaciones
fuera de Santiago, y en la plaza del pueblo casi no hay gente”, escribe en
“Muerte del canguro”, primer relato del
libro que muestra cómo un incidente –cae
un avión argentino cargado de animales para el zoológico y sólo sobrevive uno–
descompone una amistad en apariencia indestructible.
En otro
extremo está “Niños” donde un joven se ha enfrentado conscientemente a su destino
– o a eso que desean sus padres para él: un médico con placa en la puerta de
casa–, pero no puede sacarse de encima cierta tristeza. Por eso es que suele
refugiarse en grupos de autoayuda. Al lado de adictos perpetuos, madres que han
perdido a sus hijos, hombres suicidas, tiene el consuelo que su vida es
trivial, aunque no ha conocido aún la derrota absoluta.
Si Roncone
cuenta todo con un laconismo preciso, la estructura que elige para desarrollar
sus tramas es el fragmento. Bolaño
jugaba con la historia en mayúsculas, los conflictos que chocan con la política
y los movimientos sociales, y de paso cargaba su ironía y erudición. Roncone es un autor de historias mínimas,
pero las exhibe como un artesano lo hace con sus piezas más preciosas. En los
demás cuentos de Hermano ciervo –
pienso ahora en “La muerte de Raimundo”,
“Gansos”, Cazador de patos” – los
personajes son de clase media, solitarios sensibles que no se comprometen por
ninguna causa que no sea la de ellos mismos.
El debut de
Roncone por el que recibió el Premio Municipal de Literatura 2012 de Santiago
de Chile, fue bienvenido por el escritor Alberto Fuguet, quien señaló: “Hermano
Ciervo es un libro extremadamente contemporáneo que capta el zeitgeist de su
generación y que no necesita de lectores con doctorados sino más bien tipos que
han tropezado para que se produzca la conexión”.
Esa es la
idea.
Vera
Vera
Review Hermano
ciervo Juan Pablo Roncone (El
Nuevo Herald)