El 2 de diciembre de 1993 Pablo Escobar entró en
la inmortalidad. Poco antes de ese día en que la Policía Nacional de Colombia
le diera tres tiros –uno en la pierna, otro en el hombro y un último y certero
en la oreja–, el narcotraficante era una leyenda en su país. Aquel hombre
gordito, de bigote gracioso y la mirada triste, había creado desde la ciudad de
Cali una estructura de poder capaz de enfrentar al Estado; lo que el dinero de
la cocaína no llegaba a sobornar, la violencia lo completaba. Para muchísimos,
Escobar en vida fue el sinónimo del Mal; sólo unos pocos, acaso aquellos que
ese mismo Estado les daba vuelta la cara década tras década, veneraban su
figura como la de un ídolo cercano. El hombre que la revista Forbes
señalaba como el séptimo más rico del mundo, y edificaba casas y estadios de
fútbol en barrios humildes, había salido de allí gracias a un curioso negocio,
probablemente un tanto difícil de explicar pero muy fácil de hacer.
A través de Escobar, el patrón del mal,
el escritor y ex alcalde de Medellín Alonso Salazar investiga ese oscuro
destino. En los tres años que duró el proceso del libro, el autor logró
entrevistar a familiares y amigos,
habló con sicarios y jefes de cárteles, accedió a documentos privados, juntó de
aquí y allá datos y los cotejó, supo separar mucho de los malentendidos que
rodean al narco. Lo que ha quedado es un trabajo coral –y la vida de Escobar
tiene mucho de tragedia griega–, un libro que se lee con la misma atención con
la que escuchamos un secreto.
Puede que esta cualidad haya finalmente
convencido a los productores Juana Uribe y Camilo Cano –cuyas familias
padecieron el terror del narco – para adaptar el libro en la serie de
televisión que actualmente se transmite en varios países del continente,
incluido los Estados Unidos. En verdad, el libro de Alonso Salazar se publicó
en el 2001 como La Parábola de Pablo, pero debido al éxito de la serie,
este año se reeditó bajo el título Escobar, el patrón del mal, y en
pocas semanas se convirtió en un best-seller.
“Este texto no busca revelar verdades judiciales
no dichas, quiere contribuir a construir una verdad histórica”, escribe Salazar
en la introducción. “Sobre todo, contar que Escobar no es un caso fortuito,
sino que es producto de unas circunstancias históricas y culturales específicas
de un país como Colombia, que siempre parece a medio hacer, combinadas con el
gran negocio del fin de siglo: la producción y exportación de drogas ilícitas.
En una de sus acepciones, parábola significa narración de la que se deduce una
enseñanza o historia que deja una moraleja. La historia de Escobar interroga a
la sociedad toda, a las élites de la política, la economía y las Fuerzas
Armadas sobre la coherencia de nuestro Estado y nuestra suficiencia para
construir una nación en la que sea posible la vida en dignidad para
todos”.
Sería un error confundir el libro de Salazar con
otras obras que han tratado el tema del narcotráfico y también fueron adaptadas
para la televisión. No deja de impresionar que en la mayoría de estos casos se
hiciera una banalización del terror que se relaciona con el narcotráfico, precisamente ese Mal –escrito siempre en
mayúscula– que a más de quince años de la muerte de quien lo cultivó con
codicia, se ha extendido por el mundo, y no parece tener fin.
Vera
Review Escobar, el patrón del mal, de Alonso
Salazar (El Nuevo Herald)