Personas es el primer libro póstumo de
Carlos Fuentes. Poco días antes de darle la última estocada final, esa revisión
presumiblemente implacable que sobrevuela sobre el texto como la mirada del
halcón –en este caso uno azteca de tradición universal –, el escritor mexicano
sufrió un ataque cardíaco. Los obituarios de aquí y allá no se hicieron esperar
para el ganador del Premio Cervantes.
Uno de ellos, a cargo del escritor Ilan Stavans, en pocas
líneas trazaba su figura: “Carlos Fuentes fue un mexicano con ego argentino y
ambición renacentista. Nacido en Panamá y educado en Washington y diversas
partes de América Latina, tenía una capacidad políglota admirable: no solamente
hablaba varios idiomas sino que se comunicaba a la perfección con públicos
distintos como si fuera uno de ellos. Dedicó su ilustre carrera literaria a la
redacción de un número casi infinito de páginas, muchas de ellas imposiblemente
repetitivas, cuyos temas centrales eran dos: el primero era México… y ya no
recuerdo el segundo”.
Por su carácter a mitad de camino entre las memorias y la
viñeta periodística, Fuentes dibuja en Personas un interesante fresco
sobre varios artistas y políticos del siglo XX –algunos de ellos: Alfonso
Reyes, Pablo Neruda, Julio Cortázar, Luis Buñuel, François Mitterrand, Susan
Sontag–, que incluye también al personaje que más quiso en vida el autor: él
mismo. Como escribía Stavans, la capacidad
de Fuentes para ser un hábil comunicador
frente a distintos hombres, para finalmente convertirse en uno de ellos,
resalta entre las páginas de este libro, uno de los más interesantes de su
producción. Fuentes habla con Buñuel sobre cine y es difícil diferenciar quién
es el director y el espectador; sobre poesía con Neruda y son entonces dos
poetas disputando el trofeo de la belleza; con Clinton y el mundo es un lugar
menos peligroso, ya que las soluciones están, como la felicidad, a punto de
llegar...
Fuentes se mueve con desenvoltura sobre el mérito ajeno y
el de él. Para muchos, es un espejo que distorsiona, pero en todo caso, gracias
a su voluntad de hombre universal –como lo fue su maestro Reyes– se relaciona y
arma un puente para los intereses y gustos del lector, porque es difícil no
sentir que esos personajes subrayaron el
curso de los últimos tiempos. La inteligencia de Fuentes es trabajar los
conceptos de esos artistas y políticos, gracias a lo cual sitúa un espacio de
batalla donde las ideas se plantean y se refutan.
“¿Qué mueve a la migración laboral? Hoy, alega John
Kenneth Galbraith, se observan dos tipos de pobreza: la que aflige a las
minorías en algunas sociedades y la que aflige a todos menos a las minorías en
otras. La pobreza de masas no se debe a la escasez o abundancia de recursos
naturales. West Virginia los tiene y es pobre. Connecticut no los tiene, y es
rico. ¿Se deben la pobreza y el bienestar a la naturaleza del gobierno y del
sistema económico? La historia nos demuestra que todo ejemplo tiene lo opuesto
y toda regla su excepción. China, pese a la retórica, ha hecho más para vencer
la pobreza que la India, a pesar de la suya”.
El autor mexicano recuerda y no hay indicios de nostalgia
ni tristeza, sí afecto, como sucede en el capítulo dedicado a Julio Cortázar.
Fuentes le debe al autor de Rayuela
esa cálida palmada en la espalda que fue la carta que le envió al
publicar en 1958 su primera novela, La
región más transparente: “La inteligencia y la exigencia, el rigor y la
simpatía, se volvían inseparables y configuraban, ya, al ser humano que me
escribía de usted y con el que yo ansiaba romper el turrón. Su
correspondencia era el hombre entero más ese misterio, esa adivinanza, ese
deseo de confirmar que, en efecto, el hombre era tan excelente como sus libros
y éstos, tan excelentes como el hombre que los escribía”.
En el conjunto de semblanzas reunidas en este libro,
Carlos Fuentes, luego de Juan Rulfo, finalmente el autor mexicano más
internacional, transmite el testimonio de un hombre que estuvo en el momento oportuno
junto a las personas precisas. Desde esa
perspectiva, es generoso con su memoria, en la construcción de una
biografía para que puedan leerla aquellos que todavía están vivos.
Vera
Review Personas, Carlos Fuentes (El Nuevo Herald)