Friday, March 9, 2012

Una conquistadora llamada Esmeralda




Por más que la escritora Esmeralda Santiago resida en los Estados Unidos desde hace décadas, su obra entabla un diálogo perpetuo entre el país adoptivo y la tierra de su infancia, Puerto Rico.  Santiago escribe sobre lo traumático que suele ser abandonar una cultura y tratar de adaptase a otra. Es como aquel que deambula en una habitación a oscuras: despacio, con una sensibilidad desesperada por entender cuál es en verdad el significado de las formas con las que se topa en el camino. Desde que debutó en 1994  con el libro de memorias Cuando era puertorriqueña (When I Was Puerto Rican) se convirtió en una escritora que consiguió un espacio en esa gran biblioteca que es la de los autores hispanos (o de origen) que viven en los Estados Unidos.
 
Más allá de la etiqueta, posiblemente incómoda como cualquier otra, aunque muy entendible si se vive en este país, el corpus de esa biblioteca es felizmente heterogéneo, en edad e idioma: Sandra Cisneros (México),  Julia Alvarez, Junot Díaz (Rep. Dominicana), Oscar Hijuelos, Alma Flor Ada, Antonio Orlando Rodriguez (Cuba), Jaime Manrique (Colombia), Daniel Alarcón, Salvador Luis (Perú), Edmundo Paz Soldán (Bolivia), Ernesto Quiñonez (Ecuador), y la lista continúa en un interesante etc.
 
Académica de carrera –estudió en el Sarah Lawrence College, de New York, y la Universidad de Harvard–, Santiago también ha publicado la novela El sueño de América (America's Dream), los libros de memorias Casi una mujer (Almost a Woman) y El amante turco (The Turkish Lover), el libro para niños Una muñeca para el Día de Reyes (A Doll for Navidades) y varias antologías, entre ellas la  agradable Las Christmas: escritores latinos recuerdan las tradiciones navideñas (Las Christmas: Favorite Latino Authors Share Their Holiday Memories).
 
Su nuevo libro se llama Conquistadora, una obra de quinientas páginas en la que un elenco de personajes secundados por la protagonista Ana Cubillas emprende ese viaje al fin de la noche (en este caso una hacienda heredada en Puerto Rico) en el que no falta la codicia, las intrigas decimonónicas y el amor como letal conjuro contra la banalidad de la existencia. La novela empieza cuando Ana, que desde niña en España tenía una gran curiosidad por Puerto Rico gracias a la lectura de los diarios íntimos de un familiar que había viajado hasta allí, logra por fin trasladarse a la isla. No lo hace sola: convence a los hermanos gemelos Ramón e Inocente Argoso, quienes tienen una relación dependiente  casi enfermiza. Una vez en tierra extranjera, como todo buen relato, la aventura no se hace esperar. El escritor Oscar Hijuelos comentó: “Es una historia inolvidable que ilustra y deleita, con una narrativa entretenida y de profunda sensibilidad”.



Su anterior trabajo era un libro de memorias, El Amante Turco. Ahora publica una novela histórica de quinientas páginas. Para algunos podría ser un capricho parcial la elección del tema, aunque sin duda entre una y otra obra hay conexiones.     
 
–Por supuesto. Conquistadora surgió de una investigación y de mi interés por mis antecedentes familiares. Conocí a mis abuelos maternos y paternos pero más allá de ellos no tenía mucha información.  A ellos los entrevisté para que me contaran cómo eran esas épocas, y cuanto más sabía, más me interesaba. Empecé a escribir la novela para tratar de capturar una historia que en verdad no conocía. Decidí entonces inventar lo que faltaba, lo que nunca iría a saber bien.

 
La protagonista de la novela es una transplantada. Se crió en España pero es en otra tierra donde decide hacer una nueva vida, una por cierto radicalmente opuesta. Su historia es bastante parecida...
 
–Sí, conozco ese tema (se ríe). Esa ha sido mi vida. Cuando uno se va o lo “traen”, como fue mi caso, de Puerto Rico a Estados Unidos, es algo traumatizante, algo que tiene un gran impacto en la vida.
 
En el caso de Ana desde un primer momento quiere marcharse de España, pero a medida que se integra al nuevo lugar y se materializa ese concepto, la realidad se vuelve hostil. 
 
–Ella se sorprendió de Puerto Rico. Ana venía con una idea romántica en base a lo que había leído en esos diarios y cartas dejados por sus antepasados que habían sido conquistadores. Y claro, esas cartas en verdad no decían mucho, en tal caso, decían lo que ellos querían que las familias supieran. Relataban una historia con mucho de ficción. Sin embargo, cuando se da cuenta, Ana no le tiene  miedo al trabajo. “Si eso es lo que tengo que hacer, lo haré”, se dice a sí misma.
 
Muchos podrían asegurar que Ana fue una mujer adelantada a su tiempo: hizo siempre lo que quiso. ¿Qué piensa al respecto?
 
–Fijate qué cosa: cuando una autora escribe algo diferente a lo conocido en la literatura del siglo XIX, pues entonces pensamos en todo lo que las mujeres hemos logrado.  Pero en verdad yo creo que hubo mujeres como Ana en esa época, pero no nos han llegado sus  diarios ni sus novelas. Siempre ha habido personajes como Ana, lo que pasa que ahora la estamos descubriendo.
 
El tema de la esclavitud también aparece en la novela.  
 
–Me interesa mucho la historia. Creo que cuando nosotros los puertorriqueños escribimos sobre la experiencia de estar en Estados Unidos lo hacemos generalmente sobre algo muy reciente, cerca del siglo XX en adelante. Pero la historia de Puerto Rico comienza antes de la invasión norteamericana en 1898, y nosotros, los que especialmente vivimos aquí, no tenemos mucha información de esos años, de lo que en verdad pasó. Cuando empecé a investigar y escribir sobre esta novela, me di cuenta que no sólo era interesante para mí sino para mucha otra gente que pudiera tener una idea de la isla. Hubo mucha agitación durante esos años.
 
¿Qué tan difícil es publicar una novela para un autor puertorriqueño?
 
–Todavía es difícil entrar a los Estados Unidos. El primer obstáculo es que aquí los lectores buscan novelas en inglés. Ahora algo está cambiando en las editoriales, ya que hay un poco de confusión por los grandes adelantos tecnológicos y la industria del libro no es ajena a ello. Por supuesto que debería haber más traducciones de nuestros autores y de los latinoamericanos. Es algo que necesitamos.  Cuando se traduce se llega a más público. No sólo a un puertorriqueño o mexicano, para dar un ejemplo, le interesan los temas de su país. Hay un público que desea saber más de otras culturas.
 
A diferencia de otros autores de origen hispano, usted es completamente bilingüe,  habla y ha escrito  artículos y ensayos en español. ¿Por qué no una novela?
 
–Lo que pasa es que aquí en los Estados Unidos tengo dos editoras y ninguna sabe español. Entonces es más fácil la cuestión de que todo sea en inglés, hay más posibilidades para que se publique. Además, si escribo una novela en español tengo que esperar como tres años para que finalice la traducción. Es un proceso muy largo. Por otra parte, mi vida se realiza el 95 por ciento en inglés. Cuando empiezo a escribir lo hago en inglés y español, son mis primeros intentos, pero cuando ya tengo que decidir qué novela voy hacer, entonces lo hago en inglés. Para mí se ha convertido en algo más fácil, también.
 
 
 
                                                                                                        Vera
 
 
 
Entrevista Esmeralda Santiago(El Nuevo Herald)