Tuesday, March 27, 2012

McFuguet

 

 
Unlike many Latin American authors, Alberto Fuguet’s relationship to the United States is not particularly traumatic. The author’s literary material is mined from the middle and upper classes who move easily about the country and – even more notable – through its culture, be it high or purportedly low. Fuguet’s creatures are poor little rich kids and not poor little immigrants.
 
But let’s be clear: the problems are not trivial just because they belong to the comfortable classes. In the end, as they say, los ricos also cry. That might be where the unsuspecting reader falls into a trap as Fuguet proves his narrative power in these tragi-comic stories. Here’s another difference between this Chilean author and others who have taken on the American dream; he never forces a pseudo-sociological or anthropological analysis. Fuguet’s characters find themselves in banal details like a random photo found in an airline magazine or an old man who tries to eat cereal at a Denny’s.

The design of Shorts: Stories deserves mention. The photos and drawings included here make the book an object as beautiful as it is delicate.
 
 
                                                                        Vera


 
Review Shorts: Stories (Cortos), Alberto Fuguet (Meansheets)






Friday, March 9, 2012

Una conquistadora llamada Esmeralda




Por más que la escritora Esmeralda Santiago resida en los Estados Unidos desde hace décadas, su obra entabla un diálogo perpetuo entre el país adoptivo y la tierra de su infancia, Puerto Rico.  Santiago escribe sobre lo traumático que suele ser abandonar una cultura y tratar de adaptase a otra. Es como aquel que deambula en una habitación a oscuras: despacio, con una sensibilidad desesperada por entender cuál es en verdad el significado de las formas con las que se topa en el camino. Desde que debutó en 1994  con el libro de memorias Cuando era puertorriqueña (When I Was Puerto Rican) se convirtió en una escritora que consiguió un espacio en esa gran biblioteca que es la de los autores hispanos (o de origen) que viven en los Estados Unidos.
 
Más allá de la etiqueta, posiblemente incómoda como cualquier otra, aunque muy entendible si se vive en este país, el corpus de esa biblioteca es felizmente heterogéneo, en edad e idioma: Sandra Cisneros (México),  Julia Alvarez, Junot Díaz (Rep. Dominicana), Oscar Hijuelos, Alma Flor Ada, Antonio Orlando Rodriguez (Cuba), Jaime Manrique (Colombia), Daniel Alarcón, Salvador Luis (Perú), Edmundo Paz Soldán (Bolivia), Ernesto Quiñonez (Ecuador), y la lista continúa en un interesante etc.
 
Académica de carrera –estudió en el Sarah Lawrence College, de New York, y la Universidad de Harvard–, Santiago también ha publicado la novela El sueño de América (America's Dream), los libros de memorias Casi una mujer (Almost a Woman) y El amante turco (The Turkish Lover), el libro para niños Una muñeca para el Día de Reyes (A Doll for Navidades) y varias antologías, entre ellas la  agradable Las Christmas: escritores latinos recuerdan las tradiciones navideñas (Las Christmas: Favorite Latino Authors Share Their Holiday Memories).
 
Su nuevo libro se llama Conquistadora, una obra de quinientas páginas en la que un elenco de personajes secundados por la protagonista Ana Cubillas emprende ese viaje al fin de la noche (en este caso una hacienda heredada en Puerto Rico) en el que no falta la codicia, las intrigas decimonónicas y el amor como letal conjuro contra la banalidad de la existencia. La novela empieza cuando Ana, que desde niña en España tenía una gran curiosidad por Puerto Rico gracias a la lectura de los diarios íntimos de un familiar que había viajado hasta allí, logra por fin trasladarse a la isla. No lo hace sola: convence a los hermanos gemelos Ramón e Inocente Argoso, quienes tienen una relación dependiente  casi enfermiza. Una vez en tierra extranjera, como todo buen relato, la aventura no se hace esperar. El escritor Oscar Hijuelos comentó: “Es una historia inolvidable que ilustra y deleita, con una narrativa entretenida y de profunda sensibilidad”.



Su anterior trabajo era un libro de memorias, El Amante Turco. Ahora publica una novela histórica de quinientas páginas. Para algunos podría ser un capricho parcial la elección del tema, aunque sin duda entre una y otra obra hay conexiones.     
 
–Por supuesto. Conquistadora surgió de una investigación y de mi interés por mis antecedentes familiares. Conocí a mis abuelos maternos y paternos pero más allá de ellos no tenía mucha información.  A ellos los entrevisté para que me contaran cómo eran esas épocas, y cuanto más sabía, más me interesaba. Empecé a escribir la novela para tratar de capturar una historia que en verdad no conocía. Decidí entonces inventar lo que faltaba, lo que nunca iría a saber bien.

 
La protagonista de la novela es una transplantada. Se crió en España pero es en otra tierra donde decide hacer una nueva vida, una por cierto radicalmente opuesta. Su historia es bastante parecida...
 
–Sí, conozco ese tema (se ríe). Esa ha sido mi vida. Cuando uno se va o lo “traen”, como fue mi caso, de Puerto Rico a Estados Unidos, es algo traumatizante, algo que tiene un gran impacto en la vida.
 
En el caso de Ana desde un primer momento quiere marcharse de España, pero a medida que se integra al nuevo lugar y se materializa ese concepto, la realidad se vuelve hostil. 
 
–Ella se sorprendió de Puerto Rico. Ana venía con una idea romántica en base a lo que había leído en esos diarios y cartas dejados por sus antepasados que habían sido conquistadores. Y claro, esas cartas en verdad no decían mucho, en tal caso, decían lo que ellos querían que las familias supieran. Relataban una historia con mucho de ficción. Sin embargo, cuando se da cuenta, Ana no le tiene  miedo al trabajo. “Si eso es lo que tengo que hacer, lo haré”, se dice a sí misma.
 
Muchos podrían asegurar que Ana fue una mujer adelantada a su tiempo: hizo siempre lo que quiso. ¿Qué piensa al respecto?
 
–Fijate qué cosa: cuando una autora escribe algo diferente a lo conocido en la literatura del siglo XIX, pues entonces pensamos en todo lo que las mujeres hemos logrado.  Pero en verdad yo creo que hubo mujeres como Ana en esa época, pero no nos han llegado sus  diarios ni sus novelas. Siempre ha habido personajes como Ana, lo que pasa que ahora la estamos descubriendo.
 
El tema de la esclavitud también aparece en la novela.  
 
–Me interesa mucho la historia. Creo que cuando nosotros los puertorriqueños escribimos sobre la experiencia de estar en Estados Unidos lo hacemos generalmente sobre algo muy reciente, cerca del siglo XX en adelante. Pero la historia de Puerto Rico comienza antes de la invasión norteamericana en 1898, y nosotros, los que especialmente vivimos aquí, no tenemos mucha información de esos años, de lo que en verdad pasó. Cuando empecé a investigar y escribir sobre esta novela, me di cuenta que no sólo era interesante para mí sino para mucha otra gente que pudiera tener una idea de la isla. Hubo mucha agitación durante esos años.
 
¿Qué tan difícil es publicar una novela para un autor puertorriqueño?
 
–Todavía es difícil entrar a los Estados Unidos. El primer obstáculo es que aquí los lectores buscan novelas en inglés. Ahora algo está cambiando en las editoriales, ya que hay un poco de confusión por los grandes adelantos tecnológicos y la industria del libro no es ajena a ello. Por supuesto que debería haber más traducciones de nuestros autores y de los latinoamericanos. Es algo que necesitamos.  Cuando se traduce se llega a más público. No sólo a un puertorriqueño o mexicano, para dar un ejemplo, le interesan los temas de su país. Hay un público que desea saber más de otras culturas.
 
A diferencia de otros autores de origen hispano, usted es completamente bilingüe,  habla y ha escrito  artículos y ensayos en español. ¿Por qué no una novela?
 
–Lo que pasa es que aquí en los Estados Unidos tengo dos editoras y ninguna sabe español. Entonces es más fácil la cuestión de que todo sea en inglés, hay más posibilidades para que se publique. Además, si escribo una novela en español tengo que esperar como tres años para que finalice la traducción. Es un proceso muy largo. Por otra parte, mi vida se realiza el 95 por ciento en inglés. Cuando empiezo a escribir lo hago en inglés y español, son mis primeros intentos, pero cuando ya tengo que decidir qué novela voy hacer, entonces lo hago en inglés. Para mí se ha convertido en algo más fácil, también.
 
 
 
                                                                                                        Vera
 
 
 
Entrevista Esmeralda Santiago(El Nuevo Herald)
 
 

Wednesday, March 7, 2012

Dialogo de cuerdos


El hacedor pop





Hubiera sido interesante saber qué hubiese opinado Jorge Luis Borges de todo este asunto. Hace unos meses Agustín Fernández Mallo (La Coruña 1967) publicó El hacedor (de Borges), remake en el que homenajea al mítico escritor argentino en un género que denomina “remake literario”. El libro, aunque conserva los mismos títulos y escructura del volumen de Borges, tiene enlaces de páginas web, vídeos de Youtube, reinterpretaciones, pero ningún plagio. Sin embargo así no lo entendió  María Kodama, viuda del autor, y junto a sus abogados demandó a Fernández Mallo.
 
De esta manera El hacedor (de Borges), remake ha sido  retirado de las librerías. Y, según parece, no se volverá a publicar. Este hecho produjo que artistas e intelectuales de América Latina y España salieran apoyar a Fernández Mallo. Como inequívocamente opinó Juan Villoro sobre el tema: “un tema borgiano con solución kafkiana”.
 
Sin contar este incidente, Fernández Mallo es el autor más visible de un grupo  de narradores —Jorge Carrión, Eloy Fernández Porta, Vicente Luis Mora y Juan Francisco Ferré — que la prensa española ha dado en llamar Generación Nocilla o Mutante, cuya denominación procede del título de una serie de sus novelas: Nocilla Dream (2006), Nocilla Experience (2008) y Nocilla Lab (2009).
 
¿Qué es lo que encuentra un lector en este mundo Moncilla? Muchas sorpresas. A diferencia de otras generaciones, la brújula de ésta  da hacia la cultura norteamericana, pero también a la centroeuropea, con autores como Don DeLillo y Thomas Bernhard. Y toma referencias de la publicidad, la televisión, las artes plásticas y la ciencia. Un exquisito Aleph de cultura pop.
 
 
 
¿Esperabas el apoyo de los escritores hacia El hacedor (de Borges), remake?
 
Recibir el apoyo de la comunidad literaria fue para mí muy gratificante, significa que no estás solo en los malos momentos en lo que se siente hoy por cultura contemporánea. Fue un trabajo moralmente y estéticamente respaldado. Que el libro haya sido retirado de las librerías es algo frustrante.  El escritor no es como un pintor: un libro no es una serie única. La vocación de un libro es la reproducción. Espero que haya pronto un acercamiento entre los abogados de María Kodama y la editorial.
 
Una de las características de tu literatura es que antes había escritores que trabajaban la “alta” literatura y otros la “baja”, como Witold Gombrowicz. En tu caso has establecido un diálogo.
 
Es un diálogo que sale de manera espontánea. Nunca pensé en hacerlo. Sale simplemente de mi cabeza.  Creo que todo el mundo hoy tiene una mezcla de alta y baja cultura. Está la Universidad con la televisión, los medios de comunicación, la Internet. La clave está en mezclar eso sin prejuicios. Si ves que hay una conexión entre una publicidad y un pensamiento de Kant o de Borges, por qué no vas a concebir esa poética en un punto.
 
En la década del 70 decir este tipo de cosas estaba ridículamente mal visto. Ha pasado poco tiempo pero parece el principio de los tiempos.
 
Son cosas que han caído por su propio peso. En los 70 no veías programas de televisión, había como una legislación que decía que un escritor no podía ver televisión... El papel que tiene hoy en la sociedad el escritor ha cambiado, también. El ha ido junto a ella. Yo creo que antes se creaba desde el conocimiento, el autor era alguien que estaba encerrado escribiendo en su cámara. Era algo como sagrado. Creo que hoy lo hacemos desde la información que recibimos todos los días. Eso lo elaboramos y lo volvemos a sacar.
 
 
¿Cómo surgió lo de “Generación Mutante”?
 
Es un nombre que dio la prensa española a un grupo de narradores jóvenes. Ninguno de nosotros tuvo la intención de hacerla, por eso fuimos los primeros sorprendidos. Lo que me interesa de todo, más allá de los nombres, es que hay una nueva generación de autores en España. Eso es lo mejor. Los puntos en común, por ejemplo, es que hacemos una lectura horizontal de la sociedad de consumo. Puedes hablar de un comic como de una publicidad y todo relacionarlo dentro de los procesos de consumo. Antes parecía que la literatura era ajena al consumo. Un escritor no podía hablar de eso porque era algo puro. En absoluto. Ponemos todos esos referentes en la literatura.
 
Hay ciertos puntos de contacto con lo que fue en América Latina lo de McOndo.
 
Sí y no. Ellos se agruparon voluntariamente y escribieron un manifiesto. Tenían una intención muy clara: “señores estamos cansados del realismo mágico”. Lo nuestro fue algo más natural, aunque sí hay una influencia de la cultura norteamericana. Partimos que el mundo ya es un mundo globalizado, sin ninguna actitud de demoler nada anterior. Simplemente decimos que existimos. Nos interesa más una fiesta que sucede en Dinamarca que lo que hay aquí al lado.  Qué se puede hacer a partir de este mundo globalizado.  
 
Esa generación se gestó con una España rica y ahora el país está en crísis. ¿Cómo se ve reflejado ese proceso?
 
Todavía es algo reciente, pero creo que  ya se está reflejando. Hay un gran sentimiento de que algo se ha roto, y que algo importante va a pasar en esta sociedad de consumo. No sé como se plasmará, pero lo que sí estoy seguro que ya no va haber marcha atrás. El consumo se ha roto.
 
¿Qué opinión tienes de los indignados?
 
La verdad que nunca hablo demasiado sobre eso, ya que tengo una opinión como la de cualquier ciudadano. No he ido a las marchas porque soy una persona demasiado individualista como para participar de muchas cosas sociales. Pero sí me parece una respuesta lógica a una situación económica que es una tomadura de pelo provocada por ciertos poderes. Creo que hoy la sensación es que España no está manejada por la política. Hay fuerzas económicas muy puntuales contra el país. No soy ingenuo: esto siempre ha sido así pero hemos llegado a un punto llamativo. Y cuando la gente está mal, dices qué pasa. Igual estoy más involucrado en problemas estéticos que sociales.    
                                                                    
 
 
                                                                                        Vera
 
 
 
 
Entrevista Agustín Fernández Mayo (El Nuevo Herald)