Cada libro de Alberto Ruy Sánchez es recibido
con el entusiasmo de una legión de fieles y secretos lectores. Desde que
visitara por primera vez el puerto de Essaouira-Mogador ubicado en la costa Atlántica de Marruecos,
en la década del ’70, el escritor mexicano ha quedado inverso en esa morada tan
llena de deseo y poesía, tratando de unir el mundo árabe y musulmán con la
cultura hispanoamericana. Como un cartógrafo del deseo, cada nueva lectura
invita a regresar a esa tierra de asombro, perderse entre su mitología.
“Mi interés en la cultura
islámica es un interés en uno de los mejores momentos de la historia europea
que tuvo un impacto fuertísimo - y negado por los historiadores hasta hace
poco- sobre los territorios hispanos de América”, informa el autor. “Una de las
más poderosas y ricas vertientes del México actual y de los
mexicanos: barrocos como un arabesco en la frente”.
La edición de “9 veces el asombro” continúa el
ciclo inaugurado en las novelas “Los nombres del aire”, “En los labios del
agua” y “Los jardines secretos de
Mogador”. Todas ellas fueron celebradas por escritores como Octavio Paz y
Severo Sarduy. A propósito de “Los nombres del aire”, el mítico autor cubano
señaló: “Alberto Ruy Sánchez ha escrito más que una novela: una semiología de la
movilidad; el libro se va convirtiendo, mientras desciframos —no sólo con el
conocimiento, sino también con la piel, con la invención táctil— las
voluptuosas aventuras de Fatma, en una heráldica del desplazamiento. Es decir, en otro modo, el de la
fulguración, seguramente más idóneo, de aprender a leer”
A la distancia, ¿cómo
fue la creación de “9 veces el asombro”?
– Fue lenta, lentísima, como en todos mis
libros y en casi todo lo que hago: reescribiendo y tratando que el tiempo llene
de nuevas experiencias vitales cada relato, cada frase si es posible. Cuidando
la composición para que pueda ser lo mejor que puedo hacer en cierto momento.
Lo escribí rebelándome contra la triste
definición del asombro y del acto de asombrase que da el diccionario de la Real
Academia: "echar sombra una cosa sobre otra; obscurecer un color claro;
asustarse; tener una sorpresa agradable". Prefiero la definición del acto
de asombrarse que se tiene en el mundo árabe, según el diccionario más antiguo
y común de la lengua: Asombrarse es "experimentar un impacto agradable
ante una realidad nueva que se juzga maravillosa".
Sus obras están
impregnadas de erotismo y poesía. ¿Por qué cree que estos rasgos son los
adecuados para Mogador?
– Tal vez deberíamos preguntarnos si Mogador es
adecuado para hacer poesía con una actitud erótica. Poesía y erotismo confluyen
en la palabra “revelación”: el surgimiento inesperado y asombroso de una
dimensión excepcional de la vida. Y Mogador es una ciudad donde la confluencia
intensa de un mestizaje de muchas vertientes ha creado la posibilidad de vivir
continuamente esa revelación más allá incluso de nuestros deseos. Al menos así
me ha parecido que sucedió cuando visité por primera vez Mogador en la costa
Atlántica de Marruecos y todavía me sucede cada vez que voy.
Sobre el tema se ha
hablado mucho y me gustaría saber su opinión. ¿Cuál es la línea que divide el
erotismo y la pornografía?
– Se trata de una línea imaginaria y cultural:
lo que para unos es pornografía para otros, en diferentes tiempos y lugares no
lo es. La pornografía es una Condena social. El erotismo es una dimensión de la
vida: la afirmación vital. Se trata de dos realidades distintas que no entran
en conflicto nunca. El velo del juicio anti- pornográfico trata de confundir
los términos pero no deben ser mezclados. Ahora bien, existe un tercer término
que debe ser tomado en cuenta. Porque algo muy distinto es el crimen de abuso,
especialmente contra menores de edad que es eso, un crimen que merece un
castigo severo y mucho más que una
reprobación moral.
¿Qué
reflexión tiene sobre Marruecos, lugar que ha visitado con frecuencia?
– Es el país más Occidental de Africa. Magreb significa
en árabe Occidente: Marruecos es también el país menos fundamentalista del
universo islámico, el más liberal porque no puede existir ninguna autoridad
religiosa por encima del Rey, que es descendiente del profeta. Por lo tanto
Marruecos es el país donde puede resurgir lo mejor del concepto islámico
original, multicultural y liberal, contrario en gran parte al fundamentalismo
reinante y creciente actualmente en el mundo. Marruecos es además el país más
parecido a México: ambos países son nietos de la cultura arábigo- andaluza que
estuvo presente durante ocho siglos en dos terceras partes de lo que ahora
llamamos España y Portugal
Otro de los rasgos de
su obra es el viaje. ¿Piensa que el viaje, precisamente, tiene un nuevo
concepto en la era de la Globalización y la Internet?
– Es más
fácil desplazarse, es cierto. Pero en mis libros lo que trato de recuperar no
es tanto el viaje como desplazamiento sino como búsqueda interna y externa de
una trascendencia, de algo que nos rebasa y que, en mis libros, lo encarna la
persona amada. Se trata del viaje como un misticismo erótico que hace de la
mujer una deidad a la que se llega a través de rituales poéticos. Y el mundo,
la geografía, es una metáfora y una experiencia del cuerpo amado.
Tuvo de profesor en
Francia a Roland Barthes. ¿Ha encontrado en las nuevas generaciones de
escritores latinoamericanos resabios de su influencia?
– Sinceramente no. Pero no conozco todo lo que
se escribe actualmente en todos nuestros países. ¿Quién lo conoce? ¿Quién lo
podría realmente conocer? Además, es difícil saber cuáles son las verdaderas
influencias en los escritores. Yo creo que una influencia de verdad es tan
asimilada que no se nota. Las que se notan son superficiales, anecdóticas. Mi
principal influencia, por ejemplo es la literatura narrativa de Samuel Beckett,
y nada parece más alejado de mi escritura que la de él. Y la obra de Roland
Barthes es tan amplia que a algunos puede importarles un aspecto de su obra y a
otros otra.
¿Qué le diría a un
lector que nunca ha entrado a “Mogador”?
– Que trate de llegar por mar aunque también
por tierra puede tener una sorpresa agradable. Que al cruzar la Puerta del León
lea la inscripción que dice: Al cruzar esta puerta encontrará, tal vez, la
realización de sus deseos". Y que al leerla piense que puede aplicarse a
sí mismo la respuesta de Lezama Lima cuando le preguntaban qué es lo que más
admira en una persona: "que le guste la guayaba que come todos los días y
la granada que nunca ha probado, que se acerque a las cosas por apetito y se
aleje por repugnancia, que al despertar sea como un recién nacido pero que al
acostarse esa misma noche sea milenario".
Vera
Entrevista Alberto Ruy Sánchez (Hojasbravas)