Friday, July 5, 2013

Angeles Mastretta, su libro más autobiográfico

La tapa del último libro de Angeles Mastretta muestra a dos niñas vestidas para un día domingo. Miran a la cámara, la más pequeña algo tranquila y la otra más seria, pero ambas esperando que el fotógrafo –“un gringo alto y muy rubio”, según recuerda la autora– haga por fin lo suyo, que es lo que ahora, luego de algunos años, mira el lector. Que haya elegido la escritora mexicana una foto personal para ilustrar su nueva novela no es casualidad. La emoción de las cosas es una suerte de autobiografía en que la niñez, es decir los juegos y también los padres como los hermanos, quedan retratados y con ese gesto bastara para volver al pasado.

Mastretta ha abierto la puerta para que el lector conozca los momentos de felicidad y de los otros que hacen a una vida. La escritora, que está casada con el autor y analista político Héctor Aguilar Camín, es una de las más reconocidas en su país y el resto de América latina. Desde que editó su primera novela, Arráncame la vida, que fue un éxito editorial y se tradujo a más de veinte idiomas, cada una de las nuevas que publica consiguen la admiración de su público fiel y de parte de muchos colegas, como Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, que vieron como un merecido reconocimiento el que haya ganado el Premio Rómulo Gallegos 1997 por Mal de amores.

Nadie quiere morirse, y no por esperada la muerte nos violenta y atenaza menos”, escribe Mastretta en el primer capítulo, “Mis dos cenizas”. “Vamos a ella como lo más inusitado. Mi madre estaba muy enferma y tenía cuatro más de ochenta años. Vivió meses en disputa con las debilidades de su cuerpo, empeñada en balbucir que aunque fuera así quería estar un rato más, mojarse con el sol, oír nuestras pláticas, beber su avena y comer cada día el dorado pan nuestro. Respirar. A un pedazo de su jardín se irán los trozos de arena cenicienta que se volvieron sus ojos claros, su voz, su memoria, su pasión desesperada por la vida y por los hijos de su esposo Carlos, los hijos que nos hemos reunido hoy en la tarde, a pensar bajo qué árbol los pondremos. A los dos, porque luego que mi madre murió, recuperamos también los restos de mi padre y lo hicimos arder, como a ella, hasta que nos devolvieron su destello en granos pequeños”.

Cada capítulo de La emoción de las cosas es breve, como entradas a un blog. Mastretta se permite reflexionar sobre el México de su infancia, demasiado lejano del actual, sobre el oficio de escribir –“solo la precisión conmueve y solo conmover importa” sostiene como un mantra–, confesar su amor por la ciudad de Venecia, admirar a Jane Austen y Isak Dinesen. En el corazón del libro está la revelación de un secreto familiar: su padre de origen italiano, que murió relativamente joven, cuando Ángeles tenía 19 años, combatió en la Segunda Guerra Mundial y vivió una historia de amor que fue siempre una sombra en el hogar de la autora.


Solo recuerdo la emoción de las cosas”, escribió Antonio Machado. El verso le sirve a Mastretta para titular el que tal vez sea el menos publicitado de sus libros, ya que difícilmente sirva para una adaptación cinematográfica, como ha sido el destino de su novela Arráncame la vida y varios de sus relatos. Pero esta obra es un testimonio que se remonta en el tiempo y alcanza aquello que el poeta español y ahora la autora mexicana retoma: darle un sentido a lo vivido para no perecer.

                                                                                 Vera


Review La emoción de las cosas, Angeles Mastretta (El Nuevo Herald)