Muy
pocas ciudades del continente americano amontonan por metro cuadrado
tantos actores y actrices – y otras misceláneas del
entretenimiento– que la ciudad de Miami. Una de las razones,
indudablemente, es la aceitada maquinaria de la industria que con sus
producciones hechas en casa llega a distintas partes del mundo.
Cuando hablamos de producciones, se entiende, hablamos de
telenovelas. Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) situó su último
libro en Miami. Lo hizo porque la ciudad le servía perfectamente
para la trama de Óscar
y las mujeres.
La
obra cuenta la historia del guionista Óscar Coliffato. Algunas
señas particulares: odiar la playa, coleccionar manías, esmerarse
por ser un pésimo padre, no tener el mínimo interés por las
mujeres, pero escribir las telenovelas más exitosas del mercado. Del
modo más natural se lleva bien con la vida. Hasta que un día
sobreviene la tragedia. Su novia lo abandona y no puede más
escribir. Coliffato no lográ pasar de la página en blanco, padece
un bloqueo creativo. Se da cuenta que en verdad las mujeres son
importantes para su pequeña existencia.
Mucho
antes de que Óscar
y las mujeres se
materializara en un libro de papel listo para consumir en las
librerías, Alfaguara –casa editorial de Roncagliolo desde el
inicio de su carrera–decidió apostar por el decimonónico
folletín, ahora renovado en la inevitable era digital, y ofreció
durante el mes de enero pasado cada uno de los capítulos de la obra
a un precio de 0,99 euros y el ebook, ya completo, a 9,99 euros.
Santiago
Roncagliolo ganó por Abril
Rojo
el Premio Alfaguara de Novela 2006. Por esa obra también obtuvo el
Independent Prize of Foreign Fiction británico. Antes había editado
Pudor
(Alfaguara, 2004), que fue llevada al cine. Además ha publicado
libros de periodismo como La
cuarta espada
(Debate, 2007) y El
Amante Uruguayo (Alcala, 2012),
guiones de cine y televisión, traducciones literarias y libros para
niños.
Óscar
y las mujeres
es la primera obra de un autor en lengua española que se publica por
capítulos en formato digital. ¿Qué sintió cuando la editorial le
propuso este desafío?
–Que
ojalá se me hubiese ocurrido a mí. El lanzamiento digital fue un
éxito. Y sirvió para promocionar el libro en papel. Cuando Óscar
y las mujeres
llegó a librerías, ya todo el mundo estaba hablando de él. Pero
sobre todo, era una manera de homenajear al personaje, y a todos los
escritores de historias por entregas, en papel o en pantalla, que
deben ganarse al público a pulso, capítulo por capítulo.
¿Qué
encontró en la ciudad de Miami para ambientar aquí su nueva novela?
–Miami
es un escenario perfecto para una comedia. Es una ciudad luminosa y
abierta, que mezcla el espíritu grandioso de los americanos con el
sabor latino. Es la verdadera capital del glamour hispano, desde
Julio Iglesias hasta las telenovelas. Y por eso mismo, concentra todo
lo que Óscar odia. Me divertí mucho imaginando a un personaje como
él, que no sabe conducir y odia el Sol, en una ciudad como Miami.
En
la publicidad de la novela hay algunos afiches que lo muestran a
usted con barba, anteojos y bigotes, es decir caracterizado de Óscar
Colifatto. ¿Qué tanto tiene Santiago Roncagliolo de su personaje?
–No
es gratuito que nos confundan. Mientras escribía la novela, yo mismo
vivía lo que él. Llevaba mucho tiempo encerrado en mi carrera y mis
novelas, y debía recuperar el contacto con mi esposa, mis hijos y la
gente que me quiere. El gran reto de Óscar es aprender que la vida
real está fuera de su cabeza.
Alguna
vez trabajó como guionista de telenovelas. ¿Por qué será que aún
hoy sigan teniendo éxito y no sólo en América Latina?
–Porque
son historias de amor. Y todos queremos enamorarnos. Todos los días.
Con amores apasionados e imposibles. Las telenovelas encarnan nuestra
fantasía más básica. El problema de Óscar es que sabe mucho de
las fantasías amorosas, pero nada del amor verdadero. Y sin embargo,
lo va intentando.
Óscar
y las mujeres
tiene mucho humor. Un rasgo que no es común en la literatura
latinoamericana.
–La
literatura anglosajona se llevan mejor con el humor: ahí están los
Amis, Philip Roth, Tom Sharpe o David Lodge. En cambio, a los
intelectuales latinos les da vergüenza reír. Creen que es cosa de
tontos. Para mí, por el contrario, es una señal de inteligencia.
Cuando en una reunión conoces a un tipo pomposo y solemne, y a otro
divertido, el más listo siempre es el segundo.
A
propósito, algunos críticos en Perú han dicho que es una novela
light.
¿Por qué cree que el texto ha motivado esa serie de críticas?
– No
me parece malo que sea una novela ligera. Ya era hora. A lo largo de
mi carrera, mis libros me han granjeado amenazas de muerte, censuras
y polémicas en la prensa de varios países. He lidiado con mafiosos
del Caribe y terroristas del Perú. He escrito libros muy oscuros.
Esta vez, simplemente quería divertirme. Me lo he ganado.
Se
crió en el Perú y desde hace años vive en España. ¿Cómo ve la
situación actual de ambos países?
–Es
el mundo al revés. Los peruanos están contentos y esperanzados. Los
españoles, deprimidos. Me alegra lo primero, pero me entristece lo
segundo. Creo que la sociedad española es mucho mejor de lo que ella
misma cree: tolerante, libre, solidaria, democrática. Sólo que está
de tan mal humor que no consigue verlo.
Vera
Entrevista Santiago
Roncagliolo, El Nuevo Herald