Enrique Raab |
En
una reunión de esas en que el tedio se mide fatalmente por los egos
de los involucrados, no hace mucho el que escribe estas líneas
escuchó el siguiente dialoguito: un treintañero al que podemos
decirle A, y que suele escribir en algunas revistas de América
Latina e integra una antología de trabajos periodísticos, hablaba
con otro, diríamos B, sobre cuánto dinero debería llevarse un
agente literario. En un momento se acerca una jovencita y lo saluda a
B, que a su vez le presenta a su colega: “A, periodista”, a lo
que enseguida, arrastrado casi por una herejía, éste contesta:
“Cronista, querrás decir”. Desde hace unos años a esta parte,
no son pocos los personajes que se autodenominan “cronistas” como
si fuera eso un apellido ilustre, una delicada distinción entre el
escritor de ficción y el periodista raso.
Desde
ya que los padres de la crónica moderna en Latinoamérica– José
Martí y Sarmiento en el siglo XIX; Rodolfo Walsh, García Márquez
y Carlos Monsiváis en el XX– no hacían semejante distinción,
simplemente escribían –nada más, nada menos– con una mirada
personal, con la reflexión y el anhelo, tal vez, de llegar a
entender algo de lo sinuoso de la época que les tocó en suerte. La
Antología
de crónica latinoamericana actual,
coordinada por Darío Jaramillo Agudelo, como se encarga de aclarar
desde su título, es un testimonio de nuestro tiempo, un libro, para
ser más claro, que reúne con suma atención textos relevantes en el
sentido que los personajes y los hechos lo han sido en estos últimos
años, y también, por los autores que han armado las piezas de esas
historias.
Una
de las cualidades, de su fortaleza, de los trabajos de no ficción es
la elasticidad de los temas que los periodistas abordan: cultura
popular, política, deporte o la crónica roja. La segunda, dicha
hasta la repetición –aunque es cortés
pensar que siempre hay un primer lector y merece entender de qué se
habla– es confrontar los datos utilizando las herramientas de la
ficción y siempre, en torno a ellos, la mirada singular del autor
que siempre escribe en primer persona.
Por
el trabajo de Jaramillo Agudelo hacen presencia textos como “Un fin
de semana con Pablo Escobar” (Juan José Hoyos), “Lucho Gatica”
(Pedro Lemebel), “¿Está el señor Monsiváis?” (Fabrizio Mejía
Madrid), “Inca Kola” (Daniel Titinger y Marco Avilés), “Buscando
a Pavese” (Alejandro Zambra), “Viaje al fondo de la biblioteca de
Pinochet” (Cristóbal Peña), “¿Existió alguna vez Jorge Luis
Borges?), “Bob Dylan en el Auditorio Theater” (Frank Báez) y y
un largo etc, ya que son 61 las notas recopiladas. El texto de María
Moreno sobre Enrique Raab es menos un homenaje que un rescate sobre
uno de los periodistas más originales que trabajaron la crónica en
el continente. Tal vez el nombre de Raab –que nació en Viena en
1932 y emigró con su familia a la Argentina– no es muy conocido
porque sus libros están fuera de catálogo, pero más porque hay
muchos autores que le deben demasiado. Uno de ellos, incluído en el
libro, es Martín Caparrós.
“Era
un pedagogo al paso con la misma fuerza con que era antipopulista,
pero lo que escribía como plus de información no exigía un código
en común con el lector: era clarísimo: las fans de Palito Ortega le
evocaban a las mujeres que se desmayaban ante el piano de Franz
Liszt, y el gordo Porcel, una suprarrealidad digna de André Breton.
La comparación de Mirtha Legrand, en su papel protagónico de
Constancia de W. Somerset Maugham con las mujeres del clan japonés
de los Taira y su teatro gestual, es una ironía pero también sitúa
a la diva, en brillante síntesis, como maestra en un arte “sin más
sentido racional que el mero ejercicio de la grafía física”.
La
Antología
de crónica latinoamericana actual
es un trabajo serio (perdón por la palabras) que no se queda con la
novedad, es más, busca de lo mejor que se ha publicado en los
últimos años en revistas conocidas y no tanto. Y también, a
diferencia de otros, el autor tiene la delicadeza de no incluirse.
Nunca está de más decirlo. De todas la antologías sobre crónica
que se han editado en América Latina en los últimos tiempos, la de
Jaramillo Agudelo es la mejor, lejos.
Vera
Review Antología de crónica latinoamericana actual, ed. Darío Jaramillo Agudelo (El Nuevo Herald)